"PADRE EN TUS MANOS ENCOMIENDO MI ESPÍRITU"

Como trigo triturado en el molino;
como racimo en lagar exprimido;
en Tu Carne desnudo,
de Tu Sangre vestido;
colgado de la Cruz;
con los clavos cosido...
un hálito aún Te queda,
estando en el suplicio.

Es el postrer esfuerzo...
dando un enorme grito
dices: "Padre, en Tus manos
encomiendo mi Espíritu".
después, ya no hablas nada,
fue el postrer suspiro.

Tu Cabeza se inclina
y Tu pecho, oprimido
expirando se para...
Tu Alma ya se ha ido;
queda sólo Tu Cuerpo,
molienda de molino
y Tu Sangre derramada,
como en lagar los racimos.

¿Cómo puedo quejarme
viéndote así, vencido...?

Tan sólo se decirte
a Tus plantas rendido:
quiero olvidarme de mí
y estar, Jesús, más contigo.

Carmen Cerezo Monsó
Del libro: Otros Vuelos